Una operación matemáticamente insoluble para algunos
&
Emocionalmente imposible para otros.
Por Freddie JOHNSON
Hay inquietudes humanas cíclicas; solo cambian las personas, las épocas y las geografías. Pero el ser humano se ha hecho las mismas preguntas a través de toda la historia de la humanidad.
La pregunta hecha por el apóstol Pedro a Jesús es una de esas interrogantes que han permeado la geografía y la historia desde siempre.
¿Cuántas veces debo perdonar a mi prójimo,…
-Preguntó Pedro, con una actitud retórica y percibiendo que ya tenía la respuesta agregó:
…Hasta siete veces?
Jesús, sabio como Dios que era, usa una situación hiperbólica. Es decir, El apela a la exageración, para confrontar a su discípulo con la realidad de que se debe perdonar siempre y le dice:
¡Hasta setenta veces siete!
El dilema no era la operación matemática. El dilema radicaba en la posibilidad de perdonar tantas veces, como veces fuere ofendido en un solo día. La verdad es que es muy remoto ser ofendido 490 veces en un día por una misma persona. Pero si esto es cierto, no es menos cierto que una sola ofensa perpetrada por un solo individuo, puede tener tanta capacidad destructiva, que sea necesario, para revertir los daños y poder perdonar, recurrir a una cuenta de perdón tan acrisolada, como la que puede perdonar 470 veces a una misma persona en un solo día. Perdonar requiere de disponibilidad, como disponibilidad de fondos requiere quien gira un cheque para pagar una deuda. En la oración modelo, Jesús recurrió a esta figura cuando dijo que debíamos pedir perdón de la misma manera que perdonamos a nuestros deudores. Se gira perdón en beneficio de alguien, cuando se tiene una cuenta con fondos de perdón y viceversa.
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